La educación actual trasciende las aulas; se vive en los pasillos, en la toma de decisiones y, sobre todo, en la capacidad de los jóvenes para organizarse y construir comunidad. Bajo esta premisa, la ciudad de Querétaro se convirtió en el epicentro del liderazgo juvenil marista los pasados 4 y 5 de diciembre, al albergar el 9.º Encuentro de Sociedades y Asambleas Estudiantiles (SAE).
La Casa de Encuentros San Javier abrió sus puertas a un grupo selecto y comprometido: 48 participantes, conformados por alumnos de secundaria, preparatoria y profesores acompañantes, provenientes de 9 colegios distintos. Juntos, se embarcaron en una jornada de dos días diseñada no solo para aprender, sino para vivenciar la democracia participativa y los valores que cimentan la identidad marista.
Las SAE: Más que grupos estudiantiles, espacios de vida
Para entender la relevancia del Encuentro de Sociedades y Asambleas Estudiantiles (SAE)., es vital comprender qué son las Sociedades y Asambleas Estudiantiles. Lejos de ser meros organizadores de eventos sociales, estos órganos se han consolidado como espacios vitales donde el estudiantado ejerce su derecho a participar en la vida cotidiana escolar.
El modelo de asamblea permite dialogar, expresar inquietudes y, crucialmente, resolver situaciones complejas de manera comunitaria. Es aquí donde el alumno deja de ser un espectador de su educación para convertirse en un actor protagónico. Este 9.º Encuentro tuvo como objetivo principal nutrir estas estructuras, buscando que sean cada vez más sólidas, estructuradas y representativas en cada colegio de la red.
Día 1: Memoria histórica y aprendizaje de expertos
La jornada inaugural se centró en el reconocimiento y la formación. Ninguna institución puede avanzar sin mirar su pasado; por ello, el primer bloque de trabajo se dedicó a revisar la historia vivida en los encuentros anteriores. Este ejercicio de memoria colectiva permitió a los nuevos líderes entender el legado que reciben y la responsabilidad de continuarlo.
Posteriormente, se realizó un diagnóstico del momento actual de las SAE en cada colegio. Esta radiografía permitió identificar fortalezas comunes y áreas de oportunidad compartidas.
El plato fuerte del día fue un panel con expertos de diversos ámbitos profesionales. El eje central de la conversación fue el uso del diálogo pacífico para la resolución de conflictos. En un mundo cada vez más polarizado, dotar a los jóvenes de herramientas de mediación y escucha activa es fundamental. Los panelistas compartieron estrategias reales sobre cómo transformar las diferencias en acuerdos, una habilidad técnica y humana indispensable para cualquier líder estudiantil.
Día 2: La práctica hace al líder (Simulador ONU y Audiencia Pública)
El segundo día, la teoría dio paso a la acción inmersiva. El grupo se dividió en dos para trabajar dinámicas de alta exigencia intelectual y colaborativa:
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El Simulador de la ONU: La mitad de los estudiantes se adentró en la diplomacia global. Cada alumno representó a un país distinto, enfrentándose al reto de defender posturas nacionales mientras buscaban el bien común. Utilizando preguntas base relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los jóvenes investigaron, debatieron y, lo más importante, presentaron soluciones concretas. Este ejercicio no solo fomentó la oratoria y la investigación, sino que reforzó la importancia de los acuerdos colectivos sobre los intereses individuales.
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La Audiencia Pública: El segundo grupo aterrizó en la realidad inmediata de la gestión escolar. A través del formato de Audiencia Pública, se abrió un diálogo franco para resolver cuatro problemáticas específicas relacionadas con el funcionamiento de las asambleas. El resultado fue la presentación de propuestas concretas y viables, demostrando que los estudiantes tienen la madurez necesaria para autogestionarse y proponer mejoras sustanciales a sus propios reglamentos y dinámicas.
Una fuerza estudiantil con espíritu Marista
Más allá de las técnicas de debate y la organización política, el encuentro estuvo impregnado de la mística institucional. El objetivo final es soñar y construir una fuerza estudiantil que sea participativa, activa y propositiva, pero que, ante todo, ponga en acción los valores maristas.
El liderazgo que se promueve no es el que busca el poder por el poder, sino el que se ejerce desde el servicio. A través del diálogo y la escucha empática, estos jóvenes están aprendiendo a construir soluciones conjuntas que transformen positivamente la vida escolar.
Como conclusión del evento, se reafirmó la confianza en que estos procesos no se caminan en soledad. Acompañados por el espíritu de San Marcelino Champagnat y la presencia inspiradora de María, las Sociedades y Asambleas Estudiantiles seguirán formando comunidades donde cada voz cuenta.
El 9.º Encuentro en Querétaro no fue el final de un proceso, sino un catalizador. Los 48 participantes regresan a sus 9 colegios no solo con nuevas herramientas de gestión, sino con la convicción de que cada estudiante tiene el potencial y el deber de ser un verdadero agente de cambio en su entorno.
