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Catequesis

La catequesis, significa “hacer resonar la palabra”, es una oferta muy oportuna a nuestros días tan cargados de individualismo, fatalismo e incertidumbre. 

 

  • Ofrece la Buena Noticia de Jesús a la comunidad. 
  • Coloca a la persona en atenta escucha a lo que vive y lo que experimenta, para encontrar su propia esencia y avanzar en su madurez personal y comunitaria. 
  • Favorece una mirada bondadosa de la propia persona y la comunidad.
  • Comienza por reconocer y valorar la vivencia de los valores dados por la familia, parte de la propia experiencia de Dios según su tradición religiosa.
  • Propicia una fe instruida desde la teología, la tradición y el magisterio
  • Llama a celebrar, a festejar las distintas etapas de la vida, a fortalecer la fraternidad y la búsqueda conjunta de construir un mundo más habitable como humanidad compartida con otros; a construir juntos el Reino de Dios. 

Programas de
Catequesis

Son un espacio curricular de 2 a 3 clases por semana, para compartir la fe, hacer propios los valores evangélicos, desde el conocer a Jesús, a María y la tradición cristiana. Dialogar sobre otras creencias, buscando la comprensión e inclusión. Espacio favorable para cuestionar, reflexionar y buscar fraternalmente, caminos de humanización. Diversos aprendizajes que orientan a la vivencia de la solidaridad. 

Desde un clima de confianza y respeto, se detona el diálogo y la comprensión entre las diversas generaciones (abuelos, padres, jóvenes, niños), que dicen, que hacen, que aportan. Así se fortalece el Espíritu de Familia, propio del carisma.

Favoreciendo la cultura del Encuentro, se programa de forma anual o semestral, una jornada donde se promueve el encuentro consigo mismo, con los demás y con Dios. Desde un ambiente lúdico y fraterno, se fortalecen los procesos de aprendizaje de valores evangélicos, las actitudes y habilidades para una convivencia pacífica, plural y respetuosa.

Se acompaña de manera especial, la preparación a la Primera Comunión y la Confirmación, desde los momentos especiales que les toca vivir al estudiante y su familia (crecer en comunidad, tomar decisiones, ampliar compromisos). Viven la celebración de los sacramentos como encuentro con el Dios de la Vida que los lleva a celebrar la fe, la esperanza y el amor que experimenta en la comunidad fraterna. En unidad con la Iglesia local y universal.   

Las celebraciones

Tanto cívicas como religiosas, son muy importantes en las obras maristas. Las celebraciones se viven de forma festiva, permiten la participación, rompen el individualismo y la competencia, favoreciendo la sensibilidad a la cooperación. La fiesta educa, porque fortalece la vivencia comunitaria, la participación entre iguales, aportan identidad y sentido de pertenencia. 

Dentro de ellas, las celebraciones litúrgicas y propias del carisma, ayudan a leer nuestro presente y el futuro con esperanza. 

Las Celebraciones Eucarísticas son un espacio privilegiado para desarrollar la espiritualidad, ampliar la fe, la esperanza y el amor en la comunidad educativa, así como su proyección social a los más necesitados y al entorno social en general.  

El carisma y la
espiritualidad Marista

Se vive de forma cotidiana en lo sencillo y en el espíritu de familia. Se establecen relaciones basadas en el afecto que propician un clima favorable para el aprendizaje de los valores y de la maduración personal. Se visibiliza también con la pedagogía de la presencia, esa “presencia” constante, que acompaña de manera personal, en lo académico y se amplía en actividades de tiempo libre, en lo deportivo, lo cultural, lo religioso. Se trata de “amarlos a todos por igual”, que con amor y respeto se acompaña en sus aprendizajes, a la vez que con firmeza y exigencia. El carisma nos lleva a los orígenes, la sensibilidad a los más necesitados, fortaleciendo un espíritu solidario, que forma parte del ambiente escolar.

En la comunidad marista, la espiritualidad se vive en procesos educativos evangelizadores, inspirados en el Espíritu de Jesús y desde el carisma fundacional del P. Champagnat. Existen espacios de sensibilidad (especialmente en los programas enumerados arriba) para incrementar las capacidades de contemplación y apertura hacia la vida y el Espíritu. Favorecer la capacidad de salir de sí mismo, ejercitándose en el diálogo, la empatía, la fraternidad y la solidaridad. 

Interioridad

Aprendizaje desde el corazón, que permite mirar a sí mismo en profundidad. Mira a los demás como compañeros en el camino de la vida. Interioridad, paradigma educativo, es experimentado en la vida marista como invitación a vivir más lenta y profundamente. Aprender a poner atención a lo que ocurre, a experimentarse en unidad con uno mismo y con los demás. Contemplar y disfrutar la vida. Entrenamiento a la contemplación que ocurre en espacios especiales de talleres y en los espacios de las clases de educación de la fe, encuentros y celebraciones.