Diplomado “Formación de formadores en desarrollo humano”
San Felipe Zihualtepec, Oax. 08 de agosto de 2022.
El mejor regalo didáctico es la que viene del corazón.
En la comunidad de San Felipe Zihualtepec, ubicada a las faldas de la Sierra Norte y el Papaloapan se desarrolló la primera sesión del diplomado “Formación de formadores en desarrollo humano” donde se reunieron 39 docentes comunitarios que provienen en su mayoría de comunidades indígenas para seguir fortaleciendo su espíritu comunitario marista.
Era menester primeramente asumirse como laicos a través del refuerzo hacia el carisma de San Marcelino Champagnat compartido por el Hno. Antonio quien desde su experiencia entramó la espiritualidad y la pedagogía maristas que complementa el ejercicio de los docentes desde la práctica.
Como buen atardecer y vista compartida también desde la educación popular “abrir cerrando” se tuvo la oportunidad de que el padre “Neto” como Jesús repartiera el pan en la última cena, bendijo a los docentes en los vaivenes del ser marista comunitario.
Haciendo alusión al nuevo comienzo, Silvia y Martín como previamente habían trabajado con ellos, esta ocasión no fue la excepción, llenos de energía que se sabía si los docentes lo contagiaban o ellos a los docentes.
En esta meta había dos caminos, por un lado lo que se denominó “la pedagogía de la muerte” o “la pedagogía de la vida”, por un lado replicando las mismas prácticas de siempre y por el otro construyendo un modelo educativo con la comunidad.
En este texto le daremos mayor prioridad como haciendo zoom a la segunda propuesta; inicia con la formación de equipos cooperativos que se asumen desde múltiples formas: por miedo, liderazgo, reto, fortaleza; posteriormente definiendo los roles que jugarán: coordinadores, secretarios, voceros, encargado de materiales, encargado de tiempo, funciones complementarias como embajadores o asesores; al momento de juntarse apropian su peticiones y regalos variados como la escucha, disposición, respeto, entre otros, para establecer sus acuerdos; al final nombran una insignia representativa que van desde el nombre del equipo, logotipo o frase célebre.
A cada momento desarrollado no faltó un espacio para sistematizar la experiencia, desde lo personal, del equipo y en plenario, a esta maquinaria en movimiento había que verla como una espiral en que cada paso, además de las huellas, es una etapa que complementa a una anterior y fortalece la siguiente.
En este pequeño capullo las emociones nunca dejaron de estar presentes, algo que siempre ha estado ahí pero ha sido negada por la profesionalidad de las responsabilidades, en esta metodología es un pilar como un pétalo de la comunalidad.
Al final y no como receta, se asumen nuevos retos que como campanas replicarán en cada una de las comunidades participantes, los docentes tienen la labor de desarrollarlas en la medida de sus posibilidades.
Ante los ojos colaterales, como texto al margen, pero los ojos logran captar no se descuidó el espacio desde el desayuno hasta la cena, desde el comedor hasta los dormitorios, una semblanza tal vez más apropiada de los docentes, la autoregulación.
El diplomado cierra con la pregunta ¿quiénes somos? Formadores (gritan los hombres), formadoras (replican las mujeres) comunitarios (gritan todos).
Direción PNAEE
Categorías
Publicaciones recientes


